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Soy consciente de la suerte que tengo de tener un trabajo hiper flexible. Que esto vaya por delante en todo momento. Ojo, también soy consciente del esfuerzo y sacrificio que ha hecho que esté en este punto en este momento.
Sin embargo, no siempre son las cosas como queremos, y es lo que me ha pasado a mí y que ha potenciado el COVID19.
Empecé este negocio para poder dedicar más tiempo a estar con mis hijas. Quería desarrollarme profesionalmente, pero también quería ser una madre presente. Esto llevo pensándolo desde mucho antes que la mayor naciera.
Ahora bien, pensaba que tenía la fórmula mágica con esto del negocio online:
- Estoy en casa: ideal para cuando se ponen enfermas.
- Tengo horario flexible: puedo ir a las actuaciones del cole sin pedir permiso.
- No tengo que dar explicaciones si un día falto a trabajar
Pero me equivocaba. Ser madre, al menos en mi caso, es mucho más que compaginar un negocio online con el cuidado de tus hijas. Llega un momento en que tienes que estar presente al 100%, sino la cosa se desmorona. Y no, no estoy hablando del negocio.
Este ha sido mi aprendizaje post primer confinamiento. Para crear una unidad familiar como yo considero que debe ser (y ojo, estoy hablando únicamente de mi percepción de la familia), hay que estar muy presente, y acompañar mucho.
Yo me las veía tan felices con esto del negocio online, porque pensaba que podría acompañar lo suficiente y no dejar en barbecho mi prometedora carrera profesional. EN cambio estaba equivocada. Mi familia me necesita más que mi negocio, y he tenido que tomar una decisión.
No ha sido fácil, ojo. Es más, ha sido una de las decisiones que más transformación han supuesto en mis prejuicios y mi forma de verme como madre y mujer.
Puedes ver la decisión que he tomado en el episodio de hoy, que por cierto, está patrocinado por Cultura Económica, mi escuela de Finanzas para emprendedores online.