En el episodio de hoy quiero hablarte sobre el error número 1 que cometí emprendiendo, y es, querer abarcarlo todo.
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No es que este error haya sido el primero que cometí. Tengo buena memoria, pero no llego a tanto. Se trata de el primero de una serie de errores que he cometido a lo largo de todos los años que llevo emprendiendo. Y es, ni más ni menos que el siguiente…
Quien mucho abarca, poco aprieta
Yo era profesora de matemáticas y economía para universitarios. Quería poco a poco, montar una academia. En aquel momento pretendía hacerlo poco a poco porque no tenía ni un duro, y no sabía que llamarlo lean era más chic que decir que no tenía para hacer una inversión inicial.
Como ves, el dinero era una preocupación en estos comienzos. Necesitaba dinero. Afortunadamente, conseguí alumnos muy rápidamente, y mi problema pasó de buscar clientes a fidelizarlos.
En estas andaba yo, cuando me contacta un antiguo alumno que había tenido muy buena experiencia conmigo, y quería que le ayudara con otra asignatura. En principio todo bien, parecía que había conseguido en parte mi propósito: fidelizar a este alumno.
El problema vino cuando me dijo cuál era la asignatura: no la había dado anteriormente, y de hecho, no la veía desde la carrera. Pero… necesitaba el dinero.
Bueno, esto que te cuento así, no sólo me pasó esta vez, sino muchas más después (a veces me cuesta tiempo aprender…). De hecho, me sigue pasando, y aunque ya no caigo tan fácilmente, sí lo hago de forma un poco más sofisticada.
¿Qué ocurrió cuando me metí en un berenjenal del que no sabía salir?
Al principio, a no ser que me pidieran lógica computacional, siempre que fuera una asignatura que había dado en la carrera, me metía. Como Manolete, tal cual.
Hubo veces que salió bien y la incorporé a mi repertorio. Resulta que no había olvidado tanto la asignatura y me sentía cómoda impartiéndola. Otras, en cambio, me salió mal y pagué las consecuencias.
¿De qué dependía que saliera bien o mal?
Creo que la clave estaba en la sinceridad, o mejor dicho, en no dejarme nada en el tintero. Es decir, cuando le decía al alumno cuál era la situación, y se lo planteaba como una ayuda al estudio, y no como una clase, solía ir todo rodado. El alumno sabía a lo que se atenía, yo veía los pormenores de una nueva asignatura que incluir en mi repertorio y conseguía el dinero, que era lo que me importaba.
En cambio, cuando no lo planteaba así, cuando creía que con lo que me acordaba de la carrera y un poco más que repasara mis apuntes era suficiente para poder impartir la asignatura, era cuando venían los problemas
Sudaba la gota gorda para sacar esa asignatura adelante. Me maldecía un montón de veces por haber aceptado dar esa asignatura.
Conclusión
Si no sabes torear, para qué te metes.
Esta frase podría resumir este error. Como decía antes, me ha pasado muchas veces. Cada vez menos, eso sí, pero todavía sigo cogiendo cosas que luego me arrepiento de haber cogido…. supongo que algún día aprenderé del todo.
Te dejo dos conclusiones, que quizá te sirvan para solventar este error si lo has tenido alguna vez:
- Entiendo el agobio de necesitar el dinero, pero quizá sea mejor tirar con lo que ya se tiene por un tiempo más
- Si a pesar de todo, decides meterte, sé consecuente con tu decisión, trata de volcar todo lo que sabes, y quién sabe, quizá consigas hacerte un experto en es materia.
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